(artículo extraído de la Frikipedia)
La evolución de una persona normal a una pija consta de las siguientes fases, ordenadas según los cursos en los que se lleva a cabo la metamorfosis:
1º de la ESO: En esta etapa se pierde el miedo a llevar los calzoncillos por el ombligo y vestir con polos, y en casos de rápida evolución juegan al golf y los polos son exclusivamente de color rosa (es la época del "¿porqué no?" y el "pues no esta tan mal").
2º de la ESO: Aquí se prosigue la evolución del pijo de 1º, pero empezando a fumar con los amigos para ser un rebelde. Los estudios pasan a ser "un rollazo".
3º de la ESO: El pijo en transformación empieza a llevar los pantalones "cagaos", con sus calzoncillos por el ombligo como en 1º. Empiezan a llevar cinturones (pero de los que son "un pasote", no cualquier cinturón), camisetas ajustadas y aquí, por fin, polos rosas y vaqueros de 300 €, camisetas marcadoras de pezones y una depilación perfecta.
4º de la ESO: Aquí ya se desmadran, empiezan a llevar abrigos de tías (estilo esquimal), los pantalones más cagados y los calzoncillos más subidos (aún, duele en los sobacos), camisetas de Pachá, rosa y rubio en el mismo tinte de pelo independientemente de que sea hombre o mujer, empiezan a salir con las de 2º y comienzan a ir por las calles luciéndose y metiéndose con la gente llamándola "horteras" y "chusma" (muchos se llevan palizas bien merecidas).
domingo, 20 de abril de 2008
martes, 15 de abril de 2008
Una descripción muy particular sobre los pijos
Ahí va un vídeo-rajada sobre la PIJOSFERA...así que todo aquel que presuma de ser pijo, mejor que se vaya a comprar unos cuantos polos para el veranito...
miércoles, 26 de marzo de 2008
Lenguaje pijo (y I)
Vamos a repasar el lenguaje pijo por excelencia. Primera lección:
O sea: típico vocablo de la pijoesfera española. “O sea” es sinónimo de “es decir”, pero la obertura bucal que provoca la “O” y la sonoridad de la “S” que le sigue provocan entre los pijos un tipo de orgasmo todavía no catalogado por la OMS (Organización Mundial de la Salud). Ah, me olvidaba, es un término usado, casi en su totalidad, por el sector femenino.
O sea, no: lo mismo que antes, pero con indignación. El “o sea, no” lo pronuncian las pijas después de que otra pija les diga que Pablo está, según rumores, liado con Sonsoles, la otra guapa de clase.
Hello: los pijos creen que es más moderno, progre, chic y rico decir Hello en vez de un simple Hola. Supongo que es por el gustirrinín que les produce pronunciar ese “JJeeeeloou”.
O sea, Hello. Ubícate: después de que una pija le cuente a otra lo que le sucedió anoche, y la otra haya soltado una gran tontería que nada tiene que ver con lo que le han contado, la otra suelta esta coletilla y posteriormente las dos se ríen como hienas en celo.
….¡tía!: cualquier frase que termine con el vocablo tía está a la orden del día entre el lenguaje de las pijas. Normalmente le preceden frases como: “Qué fuerte…”, “Me parece tan fuerte…” o “Sabes que…”, para posteriormente sucederle con lo siguiente: ya no estaba el bolso de Gucci tan mono. Qué se derrumbe el mundo, pobres.
Abufff: onomatopeya que suelen emitir los pijos en un domingo de resaca después de ser preguntados sobre la fiesta que se pegaron la noche anterior. Su respuesta es este simple sonido que significa: “impresionante tío, no sé como sigo vivo, casi quemo la ciudad”. En realidad, nuestro Pablo solo estuvo un par de horas tomando una copa en la barra de un bar.
Mi viejo/a: así es como tradicionalmente los cholos siempre han llamado a sus padres, aunque desde unos pocos años atrás la pijosfera también ha querido adoptar este calificativo paterno/materno. Simplemente, con ello consiguen mostrar al otro la relación tan abierta y de tú a tú que tienen con sus progenitores. Cuando, ciertamente, no saben ni de qué trabaja su padre ni qué edad tienen, solo conocen de él la marca de su coche y los billetes rosados de 500 que les deja sobre la mesa.
O sea: típico vocablo de la pijoesfera española. “O sea” es sinónimo de “es decir”, pero la obertura bucal que provoca la “O” y la sonoridad de la “S” que le sigue provocan entre los pijos un tipo de orgasmo todavía no catalogado por la OMS (Organización Mundial de la Salud). Ah, me olvidaba, es un término usado, casi en su totalidad, por el sector femenino.
O sea, no: lo mismo que antes, pero con indignación. El “o sea, no” lo pronuncian las pijas después de que otra pija les diga que Pablo está, según rumores, liado con Sonsoles, la otra guapa de clase.
Hello: los pijos creen que es más moderno, progre, chic y rico decir Hello en vez de un simple Hola. Supongo que es por el gustirrinín que les produce pronunciar ese “JJeeeeloou”.
O sea, Hello. Ubícate: después de que una pija le cuente a otra lo que le sucedió anoche, y la otra haya soltado una gran tontería que nada tiene que ver con lo que le han contado, la otra suelta esta coletilla y posteriormente las dos se ríen como hienas en celo.
….¡tía!: cualquier frase que termine con el vocablo tía está a la orden del día entre el lenguaje de las pijas. Normalmente le preceden frases como: “Qué fuerte…”, “Me parece tan fuerte…” o “Sabes que…”, para posteriormente sucederle con lo siguiente: ya no estaba el bolso de Gucci tan mono. Qué se derrumbe el mundo, pobres.
Abufff: onomatopeya que suelen emitir los pijos en un domingo de resaca después de ser preguntados sobre la fiesta que se pegaron la noche anterior. Su respuesta es este simple sonido que significa: “impresionante tío, no sé como sigo vivo, casi quemo la ciudad”. En realidad, nuestro Pablo solo estuvo un par de horas tomando una copa en la barra de un bar.
Mi viejo/a: así es como tradicionalmente los cholos siempre han llamado a sus padres, aunque desde unos pocos años atrás la pijosfera también ha querido adoptar este calificativo paterno/materno. Simplemente, con ello consiguen mostrar al otro la relación tan abierta y de tú a tú que tienen con sus progenitores. Cuando, ciertamente, no saben ni de qué trabaja su padre ni qué edad tienen, solo conocen de él la marca de su coche y los billetes rosados de 500 que les deja sobre la mesa.
sábado, 15 de marzo de 2008
Nomenclatura pija (y II)
Hoy seguimos con la nomenclatura pija, pero en este caso analizaremos el sector femenino. Verá el fiel lector que solo aparecen un par de nombres, pero tranquilos, continuará…
MUJERES:
Cayetana: melena al viento castaña, ojos color miel, piel bronceada, vaqueros blancos y botas de jinete. ¿Quién es? Es Cayetana. Sí, la hermana de Cayetano, el jugador de Polo. A Cayetana también le gusta el Polo, pero en vez de jugarlo se dedica a verlo desde el bar del club más pijo de la ciudad mientras se toma una coca-cola de lata con pajita y sus amigas le llaman “Caye”.
Sonsoles: es el nombre que más les gusta pronunciar a las pijas. Su “doble S” produce a estas féminas un estado placentero que todavía se incrementa más cuando reducen el nombre a “Sonso”. Aunque, una vez ya crecidita, “Sonso” pasa a ser “Soles”. Hay que decir que este nombre ya es poco usado entre el pijerío español, por lo tanto se encuentra en el ocaso de su existencia. Sonsoles era un nombre más típico de la España de los 50, y el prototipo era el de una mujer alta, estilizada, con pelo rizado rubio, miles de joyas y cóctel en mano en la fiesta más elitista jamás conocida.
MUJERES:
Cayetana: melena al viento castaña, ojos color miel, piel bronceada, vaqueros blancos y botas de jinete. ¿Quién es? Es Cayetana. Sí, la hermana de Cayetano, el jugador de Polo. A Cayetana también le gusta el Polo, pero en vez de jugarlo se dedica a verlo desde el bar del club más pijo de la ciudad mientras se toma una coca-cola de lata con pajita y sus amigas le llaman “Caye”.
Sonsoles: es el nombre que más les gusta pronunciar a las pijas. Su “doble S” produce a estas féminas un estado placentero que todavía se incrementa más cuando reducen el nombre a “Sonso”. Aunque, una vez ya crecidita, “Sonso” pasa a ser “Soles”. Hay que decir que este nombre ya es poco usado entre el pijerío español, por lo tanto se encuentra en el ocaso de su existencia. Sonsoles era un nombre más típico de la España de los 50, y el prototipo era el de una mujer alta, estilizada, con pelo rizado rubio, miles de joyas y cóctel en mano en la fiesta más elitista jamás conocida.
martes, 11 de marzo de 2008
Nomenclatura pija
Hoy vamos a repasar los nombres pijos por excelencia. Pero antes, quisiera advertir que no todas aquellas personas que se llamen como algunos de los nombres que aparecen a continuación deben sentirse aludidas, solo aquellas pijas o Novoricas. En esta ocasión empezaremos con los nombres masculinos pijos. Veamos:
HOMBRES:
- Cayetano: nombre de la nobleza española por excelencia que se relaciona directamente con la hípica, la equitación y el Polo. Cayetano es pelo castaño, ojos miel y lleva el pelo filete. Siempre es algo sopas. Aunque es un poco creído, se le denota buena fe.
- Borja: es el nombre de los pijos por excelencia. En ocasiones se le añade el “-Mari”, pero actualmente se conocen pocos casos. Los Borja suelen ser inocentes y tienen el complejo de Edipo (aman a su madre). Es un pijo más urbano, no como Cayetano. Por lo tanto, Borja no monta a caballo.
- Juanjo: es el Borja del s. XXI. El nombre ha evolucionado y se ha modernizado, pero sigue siendo la misma especie de pijo urbano rematado.
- Pablo: nombre típico de Novorico. Pablo siempre está rayado, es ligón y bastante atractivo. Sabe hacerse la víctima con las pijas.
- Nacho: Ignacio – Nacho – Nach. Así evoluciona el nombre respecto a la edad de nuestro personaje. Es también el clásico Novorico, pero este liga menos que Pablo, aunque tiene más protagonismo en otras facetas de la vida como la fiesta o el deporte.
- Kike: he aquí otro Novorico. Kike está un poco más gordito que Nach y Pablo, no es tan guapo y es pijo por los pelos, ya que procede, este sí de verdad, del mundo Cholo. Su cambio empezó cuando en la Uni le pasaron de llamar Enrique a Kike.
- Marcos: no es del todo pijo ni Novorico. Suele ser el típico chaval tierno que enamora a todas, más que nada por pena. Tiene sentimientos muy femeninos y siempre está metido en follones de faldas. Es guapote y suele ser el protagonista de las últimas series españolas.
Se admiten reclamaciones, quejas y propuestas. Animaros.
HOMBRES:
- Cayetano: nombre de la nobleza española por excelencia que se relaciona directamente con la hípica, la equitación y el Polo. Cayetano es pelo castaño, ojos miel y lleva el pelo filete. Siempre es algo sopas. Aunque es un poco creído, se le denota buena fe.
- Borja: es el nombre de los pijos por excelencia. En ocasiones se le añade el “-Mari”, pero actualmente se conocen pocos casos. Los Borja suelen ser inocentes y tienen el complejo de Edipo (aman a su madre). Es un pijo más urbano, no como Cayetano. Por lo tanto, Borja no monta a caballo.
- Juanjo: es el Borja del s. XXI. El nombre ha evolucionado y se ha modernizado, pero sigue siendo la misma especie de pijo urbano rematado.
- Pablo: nombre típico de Novorico. Pablo siempre está rayado, es ligón y bastante atractivo. Sabe hacerse la víctima con las pijas.
- Nacho: Ignacio – Nacho – Nach. Así evoluciona el nombre respecto a la edad de nuestro personaje. Es también el clásico Novorico, pero este liga menos que Pablo, aunque tiene más protagonismo en otras facetas de la vida como la fiesta o el deporte.
- Kike: he aquí otro Novorico. Kike está un poco más gordito que Nach y Pablo, no es tan guapo y es pijo por los pelos, ya que procede, este sí de verdad, del mundo Cholo. Su cambio empezó cuando en la Uni le pasaron de llamar Enrique a Kike.
- Marcos: no es del todo pijo ni Novorico. Suele ser el típico chaval tierno que enamora a todas, más que nada por pena. Tiene sentimientos muy femeninos y siempre está metido en follones de faldas. Es guapote y suele ser el protagonista de las últimas series españolas.
Se admiten reclamaciones, quejas y propuestas. Animaros.
domingo, 9 de marzo de 2008
Una especie que se consolida
Es tu primer día de universidad y estás deseando conocer gente. Vislumbras un grupito de varias chicas monas y bien vestidas. Entre ellas, destaca una que es el centro de atención y todas las demás la escuchan. Tú no quieres ser menos y acudes a la inesperada cita. Te acercas y oyes como esa chica está explicando que tiene una casa en la playa, que su padre le acaba de comprar un coche y que esa camisa que lleva puesta la consiguió a mitad de precio, es decir, a 150 euros.
La chica, que dice llamarse Isa, ladea su pelo de un lado a otro mientras cuenta sus hazañas con varios chicos. Es muy expresiva, no deja casi hablar a los demás y su sonrisa es tan falsa como la de una yena. Son las 12:00 y toca entrar en clase. Isa deja de hablar. La verdad es que no te ha caído mal, te ha parecido divertida, aunque poco humilde y un tanto creída. Quieres conocerla más afondo.
Tres años después Isa, que parecía ser el primer día de clase la clásica pija de toda la vida con padres forrados y con domicilio en el barrio más chic de la ciudad, resulta que ni tiene tanto dinero, ni nunca se ha codeado con la clase alta, ni jamás su padre le ha comprado un coche. Con el tiempo fuiste descubriendo que esa chica adornaba su vida para intentar ser una más. Isa, como muchas otras mujeres, era la viva imagen de una especie que se está consolidando. Isa era una Novorica.
Los Novoricos tienen su origen en la última España de Franco y el inicio de la transición. Es cuando en este país la clase media se consolida, y muchas personas que antes no podían aspirar a poco más de lo que nacían, ven como con sus ingresos son capaces de ascender de estrato social. Pero aquellos no fueron los Novoricos, sino que esta especie la empezarían a formar los hijos de esas personas que ascendieron, con trabajo y sudor, a una clase superior económicamente hablando.
He aquí que hacia finales de los 90 la sociedad empieza a distinguir un nuevo tipo de comportamiento que nunca antes había sido visto. Se trata de chicos y chicas de unos veinte años que al dar el paso a la universidad o al mundo laboral se ven con la obligación de aparentar ser aquello que jamás han sido. Es la ley del quiero y no puedo. Aquella que nos confirma, sin opción al error, que todo aquel que nace en la clase media pero que ha sido educado en la élite sin formar parte de ella acaba convirtiéndose en un Novorico. Es una persona que, con algún dinero de más que un trabajador cualquiera y muchos ingresos de menos que un empresario de la clase alta, se quiere hacer un hueco entre el mundo pijo. ¿Pero por qué no puede? Bien, la principal causa no es el dinero que le falta para llegar a ser uno de ellos, aunque muchos lo piensen; sino que los Novoricos no tienen esa clase que tiene un pijo innato, de toda la vida. Ese que nació en el seno de una familia burguesa o históricamente apoderada. Ese que se crió en un ambiente que lleva en los genes, en su sangre. Ese que sí forma parte de la élite, y él lo sabe y por eso no se lo tiene que ir contando a todo el mundo. Pero el Novorico no es así, porque él debe buscar sus raíces familiares en el mundo laboral, sí, el de las 8 horas diarias y el sueldo al final de mes; y debe saber que, aunque haya estudiado en los mejores colegios, los más caros, y se haya movido por las discotecas y los ambientes más elitistas de la ciudad, él, en verdad, no formaba parte de ese mundo. Un mundo donde siempre se ha sentido incómodo y eso le ha atormentado cada noche, cuando tenía que cambiar la etiqueta de Ralph de una camisa a otra, o cada mañana, cuando repetía pantalones porque eran los únicos de marca.
Así se escribe la historia de los Novoricos, una historia que solo ha hecho que iniciarse. Si quieren verlos solo hace falta que se acerquen a una universidad, vayan al bar y busquen a un grupito de chicas monas o chicos con un pelo que les tapa media cara (¿quizás por lo feos que son?). Una vez el lector los haya localizado, debe arpoximarse a escuchar lo que se dice allí. Si están hablando de grandezas, no dude más. Habrá chocado con una Isa, aquella chica que siempre quiso ser lo que nunca pudo. Quizás por dinero, quizás por genética, quizás porque solo algunos nacen con la etiqueta de pijos, una etiqueta personal e intransferible. ¡Ah! Y ni se les ocurra pedirle a uno de ellos que les invite a un café, no lo harán. Porque es así, a base de evitar pequeños gastos, como consiguen hacer grandes inversiones en aquel cocodrilo o ese caballo que les elevará, ay, eso creen los pobres, a lo más alto de la élite. Pero no, son Novoricos. Querer sí, pero sin poder.
La chica, que dice llamarse Isa, ladea su pelo de un lado a otro mientras cuenta sus hazañas con varios chicos. Es muy expresiva, no deja casi hablar a los demás y su sonrisa es tan falsa como la de una yena. Son las 12:00 y toca entrar en clase. Isa deja de hablar. La verdad es que no te ha caído mal, te ha parecido divertida, aunque poco humilde y un tanto creída. Quieres conocerla más afondo.
Tres años después Isa, que parecía ser el primer día de clase la clásica pija de toda la vida con padres forrados y con domicilio en el barrio más chic de la ciudad, resulta que ni tiene tanto dinero, ni nunca se ha codeado con la clase alta, ni jamás su padre le ha comprado un coche. Con el tiempo fuiste descubriendo que esa chica adornaba su vida para intentar ser una más. Isa, como muchas otras mujeres, era la viva imagen de una especie que se está consolidando. Isa era una Novorica.
Los Novoricos tienen su origen en la última España de Franco y el inicio de la transición. Es cuando en este país la clase media se consolida, y muchas personas que antes no podían aspirar a poco más de lo que nacían, ven como con sus ingresos son capaces de ascender de estrato social. Pero aquellos no fueron los Novoricos, sino que esta especie la empezarían a formar los hijos de esas personas que ascendieron, con trabajo y sudor, a una clase superior económicamente hablando.
He aquí que hacia finales de los 90 la sociedad empieza a distinguir un nuevo tipo de comportamiento que nunca antes había sido visto. Se trata de chicos y chicas de unos veinte años que al dar el paso a la universidad o al mundo laboral se ven con la obligación de aparentar ser aquello que jamás han sido. Es la ley del quiero y no puedo. Aquella que nos confirma, sin opción al error, que todo aquel que nace en la clase media pero que ha sido educado en la élite sin formar parte de ella acaba convirtiéndose en un Novorico. Es una persona que, con algún dinero de más que un trabajador cualquiera y muchos ingresos de menos que un empresario de la clase alta, se quiere hacer un hueco entre el mundo pijo. ¿Pero por qué no puede? Bien, la principal causa no es el dinero que le falta para llegar a ser uno de ellos, aunque muchos lo piensen; sino que los Novoricos no tienen esa clase que tiene un pijo innato, de toda la vida. Ese que nació en el seno de una familia burguesa o históricamente apoderada. Ese que se crió en un ambiente que lleva en los genes, en su sangre. Ese que sí forma parte de la élite, y él lo sabe y por eso no se lo tiene que ir contando a todo el mundo. Pero el Novorico no es así, porque él debe buscar sus raíces familiares en el mundo laboral, sí, el de las 8 horas diarias y el sueldo al final de mes; y debe saber que, aunque haya estudiado en los mejores colegios, los más caros, y se haya movido por las discotecas y los ambientes más elitistas de la ciudad, él, en verdad, no formaba parte de ese mundo. Un mundo donde siempre se ha sentido incómodo y eso le ha atormentado cada noche, cuando tenía que cambiar la etiqueta de Ralph de una camisa a otra, o cada mañana, cuando repetía pantalones porque eran los únicos de marca.
Así se escribe la historia de los Novoricos, una historia que solo ha hecho que iniciarse. Si quieren verlos solo hace falta que se acerquen a una universidad, vayan al bar y busquen a un grupito de chicas monas o chicos con un pelo que les tapa media cara (¿quizás por lo feos que son?). Una vez el lector los haya localizado, debe arpoximarse a escuchar lo que se dice allí. Si están hablando de grandezas, no dude más. Habrá chocado con una Isa, aquella chica que siempre quiso ser lo que nunca pudo. Quizás por dinero, quizás por genética, quizás porque solo algunos nacen con la etiqueta de pijos, una etiqueta personal e intransferible. ¡Ah! Y ni se les ocurra pedirle a uno de ellos que les invite a un café, no lo harán. Porque es así, a base de evitar pequeños gastos, como consiguen hacer grandes inversiones en aquel cocodrilo o ese caballo que les elevará, ay, eso creen los pobres, a lo más alto de la élite. Pero no, son Novoricos. Querer sí, pero sin poder.
martes, 4 de marzo de 2008
Nota de inicio
Vaya por delante que no toda persona rica, que vista bien o que, simplemente, alterne locales, lugares o situaciones de clase alta debe sentirse aludida por todos aquellos comentarios que se vierten en este blog.
Poco a poco, y con ayuda de todos, iremos describiendo, definiendo y concluyendo lo que es un verdadero pijo. Sí, aquel que tanto por dinero, como por vestimenta, como por manera de vivir se puede incluir en esa etnia urbana que se deja ver cada vez más por las calles españolas.
Pensarán muchos que este blog intenta descalificar a este grupo social por envidia, pero, créanme, nada más lejos de la realidad. Otros tantos amenazarán con demagogia barata y frases como: ¿con los quillos no te metes? Bien, a estos últimos solo decirles que aquí debe recibir el que más tiene y no el que menos necesita, independientemente de que me parezcan correctas o no ciertas actuaciones cholas.
Solo espero que lo pasen bien durante este viaje con punto de salida pero sin fecha marcada de retorno. Ésta dependerá, en parte, de lo bien o mal que un servidor y ayudantes vayan trazando el mundo de Pijolandia.
Un saludo
Poco a poco, y con ayuda de todos, iremos describiendo, definiendo y concluyendo lo que es un verdadero pijo. Sí, aquel que tanto por dinero, como por vestimenta, como por manera de vivir se puede incluir en esa etnia urbana que se deja ver cada vez más por las calles españolas.
Pensarán muchos que este blog intenta descalificar a este grupo social por envidia, pero, créanme, nada más lejos de la realidad. Otros tantos amenazarán con demagogia barata y frases como: ¿con los quillos no te metes? Bien, a estos últimos solo decirles que aquí debe recibir el que más tiene y no el que menos necesita, independientemente de que me parezcan correctas o no ciertas actuaciones cholas.
Solo espero que lo pasen bien durante este viaje con punto de salida pero sin fecha marcada de retorno. Ésta dependerá, en parte, de lo bien o mal que un servidor y ayudantes vayan trazando el mundo de Pijolandia.
Un saludo
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